violet moments




sábado, 25 de abril de 2015

III

De pronto, ella escuchó un grito. Se oyó un grito ahogado proveniente del subterráneo mundo.
Ella se asomó a la ventana, y allí abajo parado entre dos peldaños de esas escaleras había un joven, de no más de dieciocho años con un cigarrillo en la mano.

- ¿Te parece normal? Casi me quemas.  Dijo casi gritando como un energúmeno el chico.

- Ay, lo siento. De verdad, no me he dado cuenta, yo...

-No, si eso bajas aquí y me dices lo que me tengas que decir a la cara.


Ella se puso una sudadera gris y salió a la calle, llevaba en los pies unas pantuflas con  forma de ovejas.
Dobló la esquina, y le vio. El estaba allí, en el séptimo escalón. Tenía el pelo dorado, de forma increíble. Ahora que le veía más de cerca parecía que tuviera cabellos de oro.

- Ven aquí. Gritó ella.
- Ven tú.
-No quiero bajar.
-¿Por qué?
- ¿Que pasaría si al bajar ya no puedo subir?

Él empezó a subir las escaleras, con el rostro absorto en el rostro de ella. Era alto. Medía aproximadamente un metro ochenta. Ella medía un metro sesenta y cinco.
Se paró un escalón más abajo del que estaba ella. En ese momento estaban a la misma altura.

- Lo siento mucho, de verdad. Dijo ella dando verdadera lástima.
- Bueno, eh, no pasa nada la verdad. Creo que he sido un poco exagerado. Me llamo Marcos.
Marcos tenía los ojos azules, azules oscuros. Sus ojos eran realmente grandes y profundos.
- Yo me llamo Ada.
-¿Cómo?
- Ada. Ada sin hache.


-¿Hola? Dijo Ada a Marcos, que llevaba treinta segundos mirándola fijamente.
- Perdón. Estaba pensando en una cosa.
-¿El qué? Dijo ella mirándole a los ojos.
- Bueno, y si para compensarme por casi quemarme vivo...
- Eres un exagerado.
- Chss. ¿Y si para que te perdone me haces un favor?
- ¿Cuál?  Dijo ella. Entonces Marcos sacó una tarjeta con una dirección de su bolsillo.
- Ven mañana a las siete de la tarde a esta dirección.
-¿ En serio piensas que voy a ir?
-Has bajado hasta aquí ¿no?

Se miraron el uno al otro, y de repente él subió un escalón.
Hizo un gesto con la mano de despedida y se fue.


Ada se quedó media hora sentada en aquel escalón. Luego subió a casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario